viernes, 31 de mayo de 2013

Los cinco pequeños placeres de Sara


Sara, 32, publicista y burgalesa de pura cepa. 
Irónica, inteligente y con gracia, con mucha gracia.
¿Qué le hace feliz a Sara?

- Desayunar. "Los fines de semana, durante largo y tendido, horas de desayuno. Mi desayuno es bastante sencillo: pan con tomate, fruta y café del bueno, recién molido, en cafetera, que huela toda la casa a café. Al mismo tiempo, ver un buen programa en la televisión, o leer el periódico, o escuchar música… En fin, desayunar es lo mejor" (termina con un tono tajante).



- Ir en bici. "Poder moverte así por Madrid, que no es tan salvaje como parece, sin depender de metros, ni de coches, ni de trenes... es un gran placer. Con la bici consigo positivar toda esa situación absurda de no saber dónde ir, de gastar, de pensar demasiado las cosas... Haces ejercicio, te da endorfinas y te da libertad. Entonces... es fantástico". (Risas)

Imagen: 'tierra' en Flickr.

- Music. "Tercer placer... la música. Yo sin música no puedo vivir, escucho horas de música al día, y simplemente... me da la vida. No es que sea un pequeño placer, es un gran placer. De todo tipo. A cada momento, la música más adecuada". 

Imagen: 'lalladeandreis' en Flickr.

- 'Encontrar' en la red. "Rebuscar y rebuscar en Internet gente que haga cosas que me gusten. Por ejemplo, tras el cierre de Google Reader, ahora utilizo 'Feedly', que me ayuda muchísimo a descubrir contenidos nuevos que me interesan. Tengo agregados blogs de Brasil, de EEUU, de Canadá, de un montón de países europeos, que te permiten ver cosas fantásticas que hace la gente, la gran creatividad que hay y las posibilidades que ofrece hoy la red para que alguien pequeño que hace cosas grandes en su casa, lo pueda ver el resto del mundo".  


Imagen: 'flamino' en Flickr.

- Las flores. "Comprar flores siempre que puedo, es otra de mis satisfacciones. En invierno y en verano. Es verdad que en los meses más cálidos dan más ganas de comprar, pero yo trato de hacerlo todo el año. Dan mucha alegría a la casa. No hace falta un ramo enorme, con unas margaritas o unos lirios, es suficiente".

Imagen: 'montes 14' en Flickr.
Con una doble de cerveza, un zumo de tomate sobre la mesa, y nuestros pensamientos en Ana María, compañera y amiga que abandona 'nuestro Madrid' para empezar una nueva etapa en una nueva ciudad, surge esta conversación. Los pequeños placeres que nos da la vida.

Hace ya casi un mes que Ana no está en la ciudad, y es hoy cuando a mí me llegan las primeras noticias. Ella no quiso hacer dramas, no hubo despedidas. Sara, que ya conocía las intenciones desde hace tiempo, todavía no se ha atrevido a hacer esa llamada telefónica tras la que, una vez cuelgue, llegue el "Dios, sí. Se ha ido".

Sin decir nada, las dos estábamos pensando lo mismo: Ana dejará un gran hueco, ¿y por qué? Porque tiene talento, porque aporta sentido a una parte de nuestra rutina, y por algo tan irracional como la necesidad de tener gente creativa a tu lado.

En el trabajo, ella convertía en un suspiro un 'power point' en blanco en una presentación que seducía hasta al cliente más perspicaz. Y de un puñado de naranjas hizo que naciera un puesto de fruta en el mercado de San Fernando, ofreciendo además el zumo natural del que después hablarían todos. Natural, espontánea, inteligente, latina, dicharachera y con el mejor de los maquillajes: su sonrisa. Y ahora estamos en esta mesa solas, Sara y yo, sin querer profundizar demasiado en esta marcha que, sin duda, dejará mella.

Es justo en este momento cuando Sara sonríe, y empieza a hablarme ilusionada, ilusionadísima, de su nueva adquisición: su súper bici 'molona' y plegable con la que ahora, se moverá a todos los lados. Pero no sólo ella. También su chico. Para Paul también hay bici, igualita, aunque conozco a mi amiga y seguro que añade a la suya un lazito, una pegatina, un timbre... Algo que la diferencie y la haga especial. Que se note cuál es la de la chica. Y así, como dos enamorados más, cruzarán cada mañana Madrid para ir al trabajo. Desde su Malasaña natal, hasta el norte de la ciudad. Ya las tienen listas, con el brillo sacado y todo, han estudiado rutas alternativas menos peligrosas y... eso sí, como buena pareja 'organizadica' que son, sólo les falta el último detalle: comprar los cascos.

Y así, entre bicis, nuestra fresca cerveza y rico zumo, y la mesa tan agradable, la mejor del local (en la que pudimos sentarnos por casualidad), se nos pasó la tarde. Es cuando nos dimos cuenta de que a las dos nos gustaría seguir teniendo a Ana en la misma ciudad. De eso no cabía la menor duda. Pero también sabíamos que es de 'obligado cumplimiento' no dejar a las pequeñas cosas pasar, aunque a veces cueste. Hay que saber verlo, y hay que saber vivirlo. Cosas sencillas, tonterías a veces, cosas que tú preparas, o cosas que llegan en un instante casual. Hay que disfrutarlas, sí. Y si no, que se lo digan a Ana: ella sabía disfrutar en Madrid, como nadie, y lo disfrutará en su nueva ciudad, también como nadie... de los pequeños placeres que nos da la vida.

3 comentarios:

  1. Amaya!! lo que se echa de menos dejar pasar la tarde delante de una cerveza doble, charlando con uma amiga y sintiendote una islita de paz en medio del caos de Madrid. Por un momento me has transportado de vuelta. Pero como bien dices, hay que disfrutar de los pequeños placeres que nos da la vida, y si se nos presenta la oportunidad, también de los grandes.

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  2. Pues sí, y tú te fuiste precisamente para eso, así que... Disfrutaaa!!! Besos y abrazos amorosos para los dos!!!! xxx

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  3. ah! y eso sí! Yo sigo esperando tenerte pronto de vuelta! ;-)

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