viernes, 26 de octubre de 2012

Aves de Paso


Tras la vuelta a casa después de unos días por la ciudad, hoy quiero hablar de los viajes en coche. Ponerme en la carretera me gusta, y (casi) siempre encuentro momentos de satisfacción sobre el asfalto.

Pero lo mejor viene cuando tienes el placer de recorrer kilómetros con un buen amigo, bajo las notas de música que tanto os gustan a los dos, con tres horas por delante y sabiendo que ningún compromiso ni obligación os espera a la llegada. 

Mi parte preferida es todo lo que se puede compartir en un trayecto: el silencio, ese tan cómodo que se produce mientras cada uno escucha la letra que se esconde bajo la canción que suena; las risas, esas que se suelen surgir siempre en el ambiente cálido del interior del vehículo al recordar algo juntos; el paisaje, ese que cambia al mismo ritmo que tus pensamientos...esos que vas dejando atrás, con la carretera.

La opinión sobre la forma de vivir actual de los veinteañeros, los treintañeros, y la que tuvieron nuestros padres, ha dominado la dirección de este viaje en coche. Dejando a un lado la crisis, vivimos en un mundo donde las oportunidades y facilidades se han triplicado, y sin embargo, nos sentimos más tristes. Vivimos también en un mundo donde las nuevas tecnologías nos permiten estar (increíblemente) en contacto los unos con los otros las 24 horas del día, los 365 días del año, sin importar el punto del planeta en el que nos encontremos... Y sin embargo, nos sentimos más solos. 

Internet y las redes sociales propician el acercamiento, sí, pero uno bastante fácil y superficial. Nuestro creciente culto al individualismo está además debilitando el acto de compartir, eso que hacen de forma tan natural nuestros abuelos. No formamos grupo, no "creamos piña", no nos reunimos para saber quién sabe hacer qué y tratar de crear un buen proyecto en equipo. Carpe Diem es nuestro lema, lo que nos aboca a la mediocridad, a lo trivial y pasajero... a convertirnos en aves de paso.

Y así ha transcurrido nuestra tarde, entre el silencio, las risas, el paisaje y los pensamientos, y bajo la estela de las canciones sin las que claro está, la experiencia sobre cuatro ruedas no sería lo mismo. Ahora, solo me queda decir que ojalá sigamos compartiendo esos viajes en coche, porque aunque seamos aves de paso, no podemos estar ni solos, ni tristes.


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