martes, 14 de febrero de 2012

InLove_AllMine_TrueLove_MyAll_LetsKiss


El día de hoy se merece una mención. Yo me hago la tonta y dejo a un lado las opiniones que detestan días como el 14 de febrero, por creer que son invento de las grandes fuerzas económicas. Por supuesto creo que no les falta razón, pero insisto, prefiero no pensarlo, y lanzar mi cántico al amor.

Me gusta pensar que hay un día en su honor. ¿Por qué no? El amor es lo más bonito del mundo. Los mejores momentos de mi vida han sido los momentos felices, y los momentos felices han estado siempre llenos de amor. Amor de padre, amor de madre, amor de amiga, amor de pareja. Me gusta también pensar que en días como hoy aumenta el porcentaje de personas que piensan en la palabra "amor". Aunque sea de forma superficial, sin detenerse en ello, o incluso con cierto desprecio. Pero esa palabra ha invadido unos segundos la labor cotidiana de un martes de febrero.

Y ahora alguien puede replicar con lo de siempre. ¿Por qué necesitamos que haya un día señalado en el calendario? ¿Por qué demostrar tu amor el 14 de febrero y no regalar las flores un 17 de abril? ¿Por qué ha de ser el único día que llamas a tu pareja con el único motivo que gritarle un "Te Quiero"? A ese alguien tampoco le faltará razón. 

Sin embargo, ahora me pregunto yo: ¿por qué necesitamos las Navidades para recordarnos que hay que ser más solidarios? ¿Por qué necesitamos al menos un buen descanso anual para recordarnos que no todo es trabajo? ¿Por qué necesitamos que nuestro hijo se equivoque para darnos cuenta que también tiene sus faltas? ¿Y por qué necesitamos tener una mala noticia para recordarnos el valor de la vida? Porque así es la naturaleza humana. 

Lo ideal es vivir valorando y mimando todas estas cosas maravillosas que tenemos. Pero tendemos a que se olviden, más aún en la vorágine de nuestros días. Tratamos de recordarlas, claro que sí, pero se vuelven a olvidar. Por eso creo que tenemos que valorar lo positivo de que existan días como el 14 de febrero. Que vivan. Porque son necesarios para que llamen a nuestra puerta, "toc toc", y nos recuerden las cosas más obvias y simples. Esas cosas que nos conducen por el camino de la felicidad, algo siempre anhelado.